1. Te preguntan acerca de los botines [de guerra, cómo se distribuyen]. Diles [¡Oh, Mujámmad!]: “Las reglas de cómo distribuir los botines las dictaminan solo Dios y el Mensajero. Tengan temor de Dios, solucionen sus conflictos y obedezcan a Dios y a Su Mensajero, si es que son creyentes”.
2. Los creyentes son aquellos que cuando les es mencionado el nombre de Dios sus corazones se estremecen, y que cuando les son recitados Sus versículos les aumenta la fe y se encomiendan a su Señor.
5. Tu Señor te hizo salir de tu casa [para luchar] por la verdad, pero eso le disgustó a un grupo de los creyentes[1].
[1] En un comienzo, el pequeño ejército de creyentes se había mentalizado para intervenir una caravana perteneciente a Quraish y así recuperar algunos de los bienes que la tribu de Quraish había usurpado a los creyentes que emigraron. Pero cuando se hizo evidente que en lugar de enfrentar a una caravana escasamente armada, deberían enfrentar a un ejército tres veces superior en número y mejor armado, algunos creyentes cuestionaron al Profeta r. Esta revelación descendió para evidenciar lo que había en los corazones de los creyentes y corregir su actitud.
6. Te discuten sobre el verdadero motivo [del enfrentamiento] luego de habérseles evidenciado la verdad, como si fueran arrastrados a la muerte ante sus propios ojos.
7. Pero [recuerda] cuando Dios les prometió [la victoria] sobre uno de los dos grupos. Ustedes deseaban enfrentar al menos poderoso[1], pero Dios quería hacer prevalecer la verdad con Sus Palabras y erradicar a los que se niegan a creer,
[1] Los creyentes preferían enfrentar a la caravana en lugar del ejército de Quraish; pero Dios, que les había prometido una victoria, los hizo enfrentar a un enemigo muy superior, para establecer un objetivo mucho mayor que recuperar algunos bienes mundanos, el cual era evidenciar el coraje de esta nueva comunidad de creyentes, para detener el maltrato y persecución a los creyentes y fortalecerlos ante sus enemigos.
10. Dios los envió como una albricia y para infundir el sosiego en sus corazones, pero sepan que la victoria depende de Dios. Dios es el Poderoso, el Sabio.
11. [Y recuerden] cuando los envolvió un sueño ligero dándoles una calma interior, e hizo descender una llovizna del cielo para purificarlos con ella y apartar de ustedes la mancha del demonio, afirmar sus corazones y afianzar sus pasos.
12. Y cuando tu Señor inspiró a los ángeles: “Yo estoy con ustedes, denle valor a los creyentes, infundiré terror en los corazones de los que se niegan a creer. Golpeen sobre sus cuellos y golpeen todos sus dedos”[1].
[1] La orden de Dios dirigida a los ángeles es golpear al enemigo en sus altos mandos y en sus combatientes armados.
16. Pero quien huya, a menos que fuera por una maniobra de batalla o para unirse a otra tropa, incurrirá en la ira de Dios y su morada final será el Infierno. ¡Qué pésimo destino!
17. No fueron ustedes quienes les mataron [a sus enemigos] sino que fue Dios quien les dio muerte, y no fuiste tú [¡Oh, Mujámmad!] quien arrojó [el polvo que llegó a los ojos del enemigo en el combate], sino que fue Dios Quien lo hizo. Dios agracia así a los creyentes. Dios todo lo oye, todo lo sabe.
19. [¡Oh, incrédulos!] Ustedes pidieron que triunfara quien estuviera en la verdad, y esto fue lo que ocurrió. Sepan que si desisten [de combatir al Islam y a los creyentes] será mejor para ustedes; pero si vuelven a hacerlo volveré [a castigarlos] y de nada les servirán sus ejércitos, aunque fueran numerosos. Porque Dios está con los creyentes.
22. Las peores criaturas para Dios son los sordos [que no quieren oír la Verdad] y los mudos [que no quieren atestiguar la Verdad], los que no razonan.
24. ¡Oh, creyentes! Obedezcan a Dios y al Mensajero cuando los invitan a practicar aquello que les da vida, y sepan que Dios se interpone entre la persona y [los deseos de] su corazón. Ante Dios comparecerán.
26. Recuerden cuando eran solo unos pocos, eran perseguidos y oprimidos donde estuvieran, y temían que la gente los apresara. Pero Dios los protegió, los fortaleció con Su auxilio y los agració con un sustento lícito, para que sean agradecidos.
29. ¡Oh, creyentes! Si tienen temor de Dios, Él les concederá el criterio, perdonará sus faltas y aceptará su arrepentimiento. Dios es el dueño de un favor inmenso.
30. Y recuerda [¡Oh, Mujámmad!] cuando se confabularon contra ti los incrédulos para capturarte, matarte o expulsarte [de tu ciudad]. Ellos planearon en tu contra, pero Dios desbarató sus planes, porque finalmente Dios es el que mejor planea.
31. Cuando se les recitan Mis versículos, dicen [los que se niegan a creer]: “Oímos, pero si quisiéramos podríamos decir palabras similares. Son fábulas de nuestros ancestros”.
32. Y alguien dijo: “Oh, Dios [te imploro que] si esto [que transmite Mujámmad] es la Verdad que dimana de Ti, hagas llover sobre nosotros piedras del cielo o nos azotes con un castigo doloroso”.
34. ¿Por qué no iba Dios a castigarlos si ellos impiden [a los creyentes] el ingreso a la Mezquita Sagrada, sin ser los protectores [legítimos de la Mezquita Sagrada]? Sepan que los [legítimos] protectores son los piadosos. Pero la mayoría de los idólatras no lo sabe.
35. Su oración ante la Casa Sagrada [de La Meca] no era más que silbidos y aplausos. Sufran [¡oh, idólatras!] el castigo por su rechazo obstinado a la verdad.
36. Los que se niegan a creer gastan su dinero para apartar a la gente del sendero de Dios. Seguirán gastando hasta que lo lamentarán, y finalmente serán vencidos. Los que se niegan a creer serán finalmente congregados en el Infierno.
37. Así Dios diferenciará al corrupto del honesto, y reunirá a los perversos unos con otros y los congregará en el Infierno. Esos serán los perdedores.
38. Diles a los que se niegan a creer que si desisten [y abrazan el Islam] les será perdonado cuanto cometieron en el pasado; pero si persisten, tendrán el mismo destino de los pueblos que los precedieron.
39. Combatan [a los criminales] hasta que cese la opresión y todos puedan adorar libremente a Dios. Pero si ellos desisten [de perseguir a los creyentes] Dios bien ve lo que hacen.
40. Pero si ellos se niegan [y prefieren seguir persiguiendo a los creyentes], sepan ustedes que Dios es su Protector. ¡Qué excelente Protector y qué excelente Defensor!
41. Sepan que un quinto del botín Le corresponde a Dios, al Mensajero, a sus familiares, a los huérfanos, a los pobres y a los viajeros insolventes [y el resto a los soldados], si es que creen en Dios y en lo que le he revelado a Mi siervo el día que se evidenció la verdad de la falsedad: el día que se enfrentaron los dos ejércitos[1]. Dios tiene poder sobre todas las cosas.
42. [Recuerda] cuando se encontraban[1] en el valle más cercano [a Medina] y el ejército de los idólatras en el más lejano, y la caravana de camellos más abajo [en dirección al mar]. Y si ustedes hubieran sabido que se habría de producir una batalla, se habrían negado a aceptar el desafío. Pero [la batalla fue provocada aun así] para que Dios llevara a cabo algo [que Él había dispuesto] que ocurriera, y para que quien hubiera de perecer [en ese día], pereciera ante una prueba clara de la verdad; y quien hubiera de sobrevivir, sobreviviera ante una prueba clara de la verdad. Dios todo lo oye, todo lo sabe.
43. Dios hizo que en un sueño vieras a los enemigos como si fueran pocos, pues si se los hubiera mostrado como un ejército numeroso se habrían acobardado, dudando sobre combatir o no. Pero Dios los protegió. Él bien sabe lo que hay en los corazones.
44. Cuando estuvieron frente a frente, Dios hizo que ustedes los vieran poco numerosos, e hizo que ellos los vieran poco numerosos a ustedes, de manera que sucediese lo que Dios había decretado. A Dios se remiten todos los asuntos.
45. ¡Oh, creyentes! Cuando se enfrenten a un ejército [de incrédulos] manténganse firmes y recuerden permanentemente a Dios, que así alcanzarán el triunfo.
47. Pero no sean como aquellos [incrédulos] que salieron de sus hogares con arrogancia y ostentación ante su gente, para apartar a las personas del sendero de Dios. Dios está bien enterado de lo que hacen.
48. El demonio les hizo ver que lo que hacían era lo correcto, y les dijo: “Hoy nadie los podrá vencer, yo estoy junto a ustedes”. Pero cuando los dos bandos se divisaron, [el demonio] huyó diciendo: “Yo no soy responsable de lo que hacen, pues veo lo que ustedes no pueden ver, yo tengo temor de Dios, y Dios es severo en el castigo”.
49. En ese momento los hipócritas y quienes tenían el corazón enfermo [con incertidumbre] dijeron [acerca de los creyentes]: “Estos están enceguecidos por su religión”. Quienes se encomienden a Dios sepan que Él es Poderoso, Sabio.
50. Si vieras [qué terrible es] cuando los ángeles toman las almas de los que mueren habiéndose negado a creer, y les golpean sus rostros y sus espaldas, y les dicen: “Sufran el tormento del Infierno.
52. El pueblo del Faraón y quienes los precedieron fueron castigados, pues tampoco creyeron en los signos de Dios, y Dios los condenó por sus pecados. Dios tiene poder sobre todas las cosas y es severo en el castigo.
53. Dios no quita a ningún pueblo las gracias con las que lo ha bendecido, a menos que éste se corrompa [en sus creencias y valores]. Dios todo lo oye, todo lo sabe.
54. Por lo mismo castigué a la gente del Faraón y a quienes los precedieron, pues desmintieron los signos de su Señor y entonces los aniquilé por sus pecados: por eso ahogué a la gente del Faraón. Sepan que todos [estos pueblos] eran opresores.
57. Si enfrentas a algunos de ellos durante la guerra, dales un escarmiento que sirva de ejemplo a quienes sigan sus pasos. Puede que así reconsideren.
60. Preparen contra ellos cuanto puedan de fuerzas [de combate] y caballería, para que así amedrenten a los enemigos de Dios que también son los suyos, y a otros enemigos que aún no conocen, pero Dios los conoce bien. Sepan que aquello con lo que contribuyan en la causa de Dios les será recompensado generosamente, y no serán jamás tratados injustamente.
63. Él es Quien unió sus corazones[1], y tú no habrías podido hacerlo aunque hubieras gastado todo lo que hay en la Tierra, pero Dios los reconcilió. Él es Poderoso, Sabio.
[1] Dios unió los corazones de los creyentes en la causa y hermandad del Islam, a pesar de sus diferencias personales.
65. ¡Oh, Profeta! Exhorta a los creyentes a combatir [por la causa de Dios]. Por cada veinte pacientes y perseverantes de entre ustedes, vencerán a doscientos[1]; y si hubiere cien, vencerán a mil de los que se negaron a creer, porque ellos no razonan[2].
[1] Combatientes enemigos. [2] Que su causa es injusta.
66. Pero Dios les alivia la carga, por compasión ante su debilidad: Por cada cien pacientes vencerán a doscientos enemigos, y si hubiere mil vencerán a dos mil, con el permiso de Dios. Dios está con los pacientes.
67. No le es permitido al Profeta [ni a los creyentes] tomar prisioneros si antes no combaten en la Tierra[1]. Pretenden algunos obtener un beneficio mundanal[2], mientras Dios quiere para ustedes la recompensa de la otra vida. Dios es Poderoso, Sabio.
[1] Este versículo prescribe que nadie puede ser tomado prisionero o cautivo, a menos que haya sido capturado durante una guerra y que, por tanto, la adquisición de un esclavo por medios “pacíficos”, y su retención una vez adquirido, están totalmente prohibidas: esto supone la prohibición de la esclavitud. Respecto a aquellos prisioneros capturados en la guerra, el Corán ordena en 47:4 que han de ser liberados una vez finalizada la guerra. [2] Cobrando un rescate por su liberación.
70. ¡Oh, Profeta! Diles a los prisioneros que hayan capturado: “Si Dios encuentra en sus corazones algo de bien, les concederá algo mejor que los bienes que se les han quitado y los perdonará. Dios es Absolvedor, Misericordioso”.
71. Pero si quieren engañarte aduciendo que son creyentes, recuerda que ya antes habían traicionado a Dios[1] y Él los sometió ante ustedes. Dios todo lo sabe, es Sabio.
72. Los creyentes que emigraron, contribuyeron con sus bienes y combatieron por la causa de Dios, son aliados de aquellos que les dieron refugio y socorro. En cambio, a quienes no emigraron no tienen la obligación de socorrerlos hasta que emigren. Pero si piden que los auxilien para preservar su religión, deben hacerlo, salvo que se encuentren en un pueblo con el que ustedes hayan celebrado un pacto[1]. Dios ve bien lo que hacen.
73. Los que se niegan a creer son aliados unos de otros. Si no obran de la misma manera [siendo los creyentes aliados unos de otros], se propagarán los conflictos en la Tierra y habrá una gran corrupción.
74. Los creyentes que emigraron y lucharon por la causa de Dios, y aquellos que les dieron refugio y los socorrieron, esos son los verdaderos creyentes. A ellos les serán perdonados sus pecados y recibirán una recompensa generosa.
75. Y aquellos que posteriormente crean [abrazando el Islam], emigren y luchen con ustedes, serán de los suyos[1]. Sepan que Dios ha prescrito en Su Libro que sus parientes tienen más derecho a la herencia que sus hermanos en la fe[2], y Dios es conocedor de todas las cosas.
[1] Pertenecerán a la comunidad de los musulmanes. [2] Este versículo deroga una ley temporal, a comienzos del Islam, por la cual los creyentes se heredaban unos a otros a pesar de que no eran parientes. Esto era a causa de que los creyentes habían emigrado dejando a sus espaldas todos los bienes materiales, y el Islam los recompensaba de esta manera; pero luego de establecida la comunidad y afianzada tras la victoria de la batalla de Báder, Dios evidencia que la ley de Su Libro establece que los que tienen más derecho a la herencia son los familiares. Para más detalles sobre la división de la herencia, ver Corán: 4:11-12.
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