5. el Compasivo, que se estableció sobre el Trono[1].
[1] El Trono es la creación más grande y colosal. Dios ha mencionado en siete oportunidades en el Corán Su establecimiento sobre el Trono. Dios nos informa que el Trono tiene portadores, y que estos piden perdón por los creyentes. Esto refuta la opinión de quienes afirmaron que el Trono representa la Soberanía o el dominio de Dios. Nosotros ignoramos cómo Dios se ha establecido sobre Su Trono, porque ignoramos cómo es la esencia misma de nuestro Señor, pero sabemos el significado lingüístico de la palabra “establecerse” (istaua إستوى) en el idioma árabe. Cuando los árabes utilizanel vocablo istaua seguido de la preposición ‘ala, expresan cuatro posibles significados: establecerse, subirse, elevarse y ascender, tal como lo afirmó Ibn Al-Qaiim. Abu Al-Hasan Al-Ash‘ari narró que fue la secta Mu‘tazilah la primera en interpretar la frase “Luego, se estableció sobre el Trono” (57:4) como “tomó mando del Trono”. Quien interprete esta frase coránica de esta manera debe saber que sus predecesores son precisamente la secta Mu‘tazilah. Ibn Al-‘Arabi dijo: “Él se encuentra sobre Su Trono, tal como nos ha informado”. Este le respondió: “¡Ibn Al-‘Arabi! Significa que ha tomado el dominio del Trono (istaula إستولى)”. Pero Ibn Al-‘Arabi le dijo: “¿Cómo puedes decir eso? Los árabes no dicen que alguien ha tomado el dominio de algo (istaula) a menos que se lo haya arrebatado a un adversario, y solo quien vence es aquel que toma dominio de aquello por lo que luchaba”. El exégeta Al-Qurtubi dijo: “Las primeras generaciones (As-Salaf) no negaban la dirección (elevada en que se encuentra Dios), pero tampoco utilizaban esa palabra. Sino que afirmaban todo esto de la misma forma que Dios o Su Profeta lo habían descrito. Ninguno de ellos negó que Dios se hubiese elevado sobre Su Trono en realidad (y no metafóricamente), y solamente ignoraban cómo se elevó, porque sabían que ello es inalcanzable para la mente humana. Dijo el Imam Málik: “La palabra establecerse (istiua‘) es conocida (en su significado lingüístico), el cómo es desconocido, creer en ello es una obligación, pero preguntar sobre ello es una innovación”. Esta misma frase fue pronunciada por Umm Salamah (esposa del Profeta), y eso es para nosotros suficiente”. (Tafsir Al-Qurtubi, 2/219)
10. Cuando vio un fuego y dijo a su familia: “Permanezcan aquí, pues he visto un fuego y tal vez pueda traerles una brasa encendida[1] o encuentre junto al fuego quién pueda indicarnos [el camino]”.
12. Yo soy tu Señor; quítate las sandalias, pues estás en el valle sagrado de Tuwa[1],
[1] El valle de Tuwa se encuentra en el Sinaí, aunque algunos eruditos lo ubican alternativamente junto al monte Al-Lawz en Madian, en la zona noroeste de Arabia Saudita.
15. El Día de la Resurrección es indubitable, y nadie salvo Dios sabe cuándo llegará. Ese día cada alma recibirá la recompensa o el castigo que se merezca por sus obras.
39. “Deposítalo en un cesto y déjalo en el río, que la corriente lo llevará hasta una orilla donde será recogido por un enemigo Mío y suyo [el Faraón]”. Desperté cariño hacia ti [entre los que te encontraron], para que crecieras educado bajo Mi observancia.
40. Cuando tu hermana, que seguía tus rastros, le dijo [al Faraón]: ‘¿Acaso quieres que te indique a alguien que puede encargarse de cuidarlo[1]?’ Y así te devolví a tu madre para que se tranquilizara y no estuviera triste. [También te concedí una gracia] cuando [involuntariamente] mataste a un hombre [del pueblo del Faraón] y te salvé de que tomaran represalias contra ti. Te he probado con pruebas difíciles. Luego permaneciste unos años en Madián[2] y ahora has regresado aquí, tal como estaba decretado, ¡Oh, Moisés!
[1] Cuando la esposa del Faraón lo adoptó, trajo numerosas nodrizas para que amamantaran al recién nacido, pero este las rechazó a todas, hasta que fue sugerida su propia madre que, naturalmente, no fue rechazada, y así Moisés creció seguro bajo los cuidados de su propia madre, en la casa del Faraón. [2] Madián es una zona montañosa de la región de Hiyaz, en Arabia Saudita, que se extiende por la costa del mar Rojo y del golfo de ‘Aqaba hasta llegar a la frontera jordana.
47. Vayan ante él y díganle: ‘Somos Mensajeros enviados por tu Señor, para que dejes ir con nosotros a los Hijos de Israel y no los tortures más. Hemos venido con un milagro de tu Señor. Quien sigua la guía estará a salvo.
53. Él nos dispuso la Tierra como un lecho [propicio para habitarlo] y nos trazó en ella caminos, e hizo descender agua del cielo para que con ella broten diferentes plantas.
61. Moisés les dijo [a los hechiceros]: “¡Ay de ustedes! No inventen mentiras contra Dios[1], pues los aniquilará con Su castigo: Los que inventan mentiras acerca de Dios serán los perdedores”.
[1] La mentira de hacer creer a la gente que pueden crear.
64. [Oh, hechiceros de Egipto,] Decidan su plan a seguir, y luego acudan como un solo cuerpo: pues, ¡quien sea superior hoy, ha de conseguir prosperidad!”
66. Dijo [Moisés]: “Arrojen ustedes primero”. Entonces arrojaron sus cuerdas y varas, y por el hechizo que habían empleado, estas parecían moverse [como si fueran verdaderas serpientes].
69. Arroja lo que tienes en tu diestra, que anulará lo que ellos hicieron, pues solo se trata de una hechicería, y los hechiceros jamás han de triunfar”.
70. Los hechiceros [al percibir que el milagro que acompañaba a Moisés no era magia] se postraron y exclamaron: “Creemos en el Señor de Aarón y Moisés”.
71. Dijo [el Faraón enfurecido]: “¿Acaso van a creer en él sin que yo se los haya autorizado? Seguramente él es su maestro que les ha enseñado la magia. Ordenaré que se les ampute la mano y el pie opuestos, y luego los haré clavar sobre troncos de palmera. Así sabrán quién es el que puede infligir el castigo más severo y duradero”.
72. Dijeron: “No antepondremos nuestra lealtad a ti a los milagros evidentes que hemos presenciado, y [menos aún] a Quien nos creó. Haz pues con nosotros lo que has decidido; tú solo puedes condenarnos en esta vida.
73. Creemos en nuestro Señor, para que nos perdone nuestros pecados y los hechizos que nos obligaste a hacer. La recompensa de Dios es mejor y más duradera”.
74. Quien se presente ante su Señor siendo culpable[1] tendrá el Infierno como castigo, en el que no podrá morir [para librarse del tormento] ni vivir [sin padecerlo].
[1] De rechazar el mensaje de monoteísmo enseñado por los Profetas.
77. Le ordené a Moisés: “Sal por la noche con Mis siervos, y abre [por Mi voluntad] el mar dejándoles un camino de tierra firme [por donde puedan huir], y no tengan temor de que los alcancen ni tampoco de morir ahogados”.
80. ¡Oh, Hijos de Israel! [Recuerden cuando] los salvé de sus enemigos, los cité en la ladera derecha del monte [para que pudieran presenciar Mis milagros], y les envié el maná y las codornices.
81. Coman de las cosas buenas que les he proveído, pero no se extralimiten, pues Mi ira recaería sobre ustedes. Aquel sobre quien caiga Mi ira será un desdichado.
85. Dijo [Dios]: “He puesto a prueba a tu pueblo después que los dejaste, y el samaritano[1] los extravió”.
[1] El samaritano era originario de la ciudad de Bayarma, que está situada en Siria, junto al río Éufrates, cerca de la ciudad de Ar-Raqqah. Después de ir a Egipto, el samaritano se mudó a Sinaí. Era mago e hipócrita, y su pueblo adoraba a las vacas. Mientras Moisés se encontraba ausente de su pueblo, el samaritano reunió algunas joyas y formó un becerro con ellas. Luego invitó al pueblo de Israel a que adoraran al becerro.
86. Cuando Moisés regresó ante su pueblo enojado y avergonzado, les dijo: “¡Oh, pueblo mío! ¿Acaso su Señor no les ha hecho una promesa hermosa? ¿Acaso les parece que me ausenté por mucho tiempo? ¿Acaso quieren que la ira de su Señor se desate sobre ustedes, y por ello quebrantaron la promesa que me hicieron?”
87. Dijeron: “No quebrantamos la promesa que te hicimos intencionalmente, sino que cuando arrojamos al fuego las joyas del pueblo [del Faraón] que teníamos en nuestro poder, el samaritano también las arrojó,
88. y fundió las joyas dándoles la forma de un becerro que emitía un sonido como un mugido[1], y entonces exclamaron [el samaritano y sus seguidores]: ‘Esta es nuestra divinidad y la de Moisés, pero Moisés la ha olvidado’”.
[1] El becerro de oro tenía unos agujeros, al pasar el viento por ellos emitía un ruido similar al mugido, y los israelitas lo consideraron milagroso.
90. Pero antes [que regresara Moisés] Aarón les había advertido: “¡Oh, pueblo mío! Se los está poniendo a prueba con eso. Su verdadero Señor es el Compasivo, síganme y obedezcan mis órdenes”[1].
[1] La Biblia culpa a Aarón por este acto de idolatría, mientras que el Corán lo libera de esa acusación. Ver Éxodo 32 1-5.
94. Dijo [Aarón]: “¡Oh, hermano mío! No me recrimines agarrándome por la barba y la cabeza. Tuve miedo de que [si los dejaba para salir a buscarte] me dijeras: ‘Lo que has hecho es causar la discordia y la división entre los Hijos de Israel [al haberte ausentado], y no has cumplido con lo que te ordené’”.
96. Dijo: “Vi algo que ellos no pudieron ver. Entonces tomé un puñado de tierra de las huellas que dejó el mensajero[1] y lo arrojé [sobre las joyas cuando se fundían]. Así me lo sugirió mi alma”.
[1] Según algunos exégetas, se refiere al ángel Gabriel.
97. Dijo [Moisés]: “Aléjate de nosotros; tu castigo en esta vida será que digas: ‘No se me acerquen’ [y vivirás solo], pero te aguarda una cita ineludible [el Día del Juicio]. Observa [lo que haremos con] lo que consideraste tu divinidad, y a lo cual has adorado: Lo quemaremos y esparciremos sus restos en el mar.
108. Ese día todos acudirán al llamado del [ángel] pregonero, y nadie errará el camino; las voces callarán ante el Misericordioso, y solo se oirá el sonido de sus pasos.
111. [El Día del Juicio] todos los rostros se humillarán ante Dios, el Viviente, Quien se basta a Sí mismo y se ocupa de toda la creación. Estarán condenados al castigo quienes sean culpables de injustica [idolatría].
114. ¡Exaltado sea Dios! El único Soberano real. No te adelantes [¡Oh, Mujámmad!] a repetir lo que te es revelado del Corán hasta que [el ángel Gabriel] concluya [de recitarlo], y di: “¡Señor mío! Acrecienta mi conocimiento”.
115. Ya antes había tomado un compromiso de Adán [de no prestarse a los susurros del demonio], pero lo olvidó [y comió del árbol prohibido], no tuvo una resolución firme.
121. Cuando ambos comieron del árbol, advirtieron su desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas del Paraíso. Adán desobedeció a su Señor y cometió un pecado.
123. Dijo [Dios]: “¡Desciendan del Paraíso [y habiten la Tierra]! Serán enemigos unos de otros. Cuando les llegue de Mí una guía, quienes sigan Mi guía no se extraviarán [en esta vida] ni serán desdichados [en el más allá].
127. Así voy a retribuir a quienes se extralimitaron y no creyeron en los signos de su Señor. Pero el castigo de la otra vida será aún más severo y duradero.
128. ¿Acaso no se les ha evidenciado [a quienes rechazan este Mensaje] cuántas civilizaciones destruí, cuando pasan junto a sus ruinas? En ello hay signos para los dotados de entendimiento.
129. De no ser porque tu Señor ha decretado [retrasarles el castigo hasta el Día del Juicio a quienes te desmientan] y ha prefijado para cada ser su plazo [de vida durante la cual puede arrepentirse], ya los habría aniquilado.
130. Ten paciencia ante sus injurias, y glorifica con alabanzas a tu Señor antes de la salida del Sol y antes del ocaso, durante la noche y durante los extremos del día, para que así [Dios te retribuya con una gran recompensa y] quedes complacido.
131. No codicies [¡Oh, Mujámmad!] aquello conque he agraciado a algunos de los ricos [de los incrédulos], pues son solo placeres de esta vida mundanal con los que los ponemos a prueba. La recompensa que tu Señor tiene reservada es mejor y más duradera.
132. Ordena a tu familia practicar la oración prescrita y sé constante en su cumplimiento. Que el trabajo en búsqueda del sustento no te haga descuidar el cumplimiento de lo que Dios ha prescrito, porque soy Yo quien los sustento. La bienaventuranza es para los piadosos.
133. [Los que rechazan el Mensaje] dicen: “¿Por qué no nos muestra un milagro de su Señor [que compruebe su profecía]?” Pero si ya les han llegado pruebas evidentes en los primeros Libros revelados[1].
[1] En los libros revelados anteriormente hay señales y descripciones del Profeta Mujámmad r y sus seguidores, que evidencian que el mensaje del Islam es una revelación enviada por Dios.
134. Y si hubiera decretado destruirlos con un castigo antes de la llegada de Mi Mensajero, habrían dicho: “¡Señor nuestro! Si nos hubieras enviado un Mensajero habríamos seguido Tu Mensaje antes de ser humillados [con el castigo] y desdichados para siempre”.
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