1. Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche, desde la mezquita[1] sagrada[2] a la mezquita lejana[3] cuyos alrededores bendije, para mostrarle algunos de Mis signos. Él todo lo oye, todo lo ve.
[1] La palabra “mezquita” (masyid مسجد) desde el punto de vista lingüístico en idioma árabe se refiere a un lugar de postración, sin distinción alguna de índole religiosa. Desde el punto de vista jurídico islámico, la palabra “mezquita” constituye todo lugar en la tierra que es apto para postración y adoración de Dios, sea o no un edificio. Este versículo hace referencia a dos lugares santos en Jerusalén y La Meca, ya que son bendecidos independientemente de la presencia o ausencia de un edificio en el momento del viaje nocturno del Profeta Mujámmad r desde La Meca a Jerusalén, y luego su ascenso a los cielos. [2] En La Meca. [3] En Jerusalén.
5. Cuando corrompan por primera vez, enviaré contra ustedes siervos Míos en huestes de gran fortaleza y rudeza, que atacarán sus hogares. Esta promesa será cumplida.
6. Luego les permitiré que retornen a sus hogares [victoriosos] expulsándolos. Los agraciaré con bienes materiales e hijos y los convertiré en un pueblo numeroso.
7. Si obran bien será en beneficio propio, pero si obran mal será en contra suya. Cuando corrompan por segunda vez, los vencerán [sus enemigos] e ingresarán al Templo[1] como lo hicieron la primera vez y devastarán todo lo que encuentren.
8. Luego su Señor se apiadará de ustedes, pero si reinciden [en la corrupción] los volveré a castigar. El Infierno será prisión para los que se nieguen a creer.
12. He hecho del día y de la noche dos signos: el signo de la noche es la oscuridad, y el signo del día es la luminosidad para que busquen el favor de su Señor, e hice que con estos dos signos pudieran saber el número de los años y el cómputo de los meses. Todas las cosas las he explicado detalladamente.
15. Quien siga la guía será en beneficio propio, pero quien se desvíe solo se perjudicará a sí mismo. Nadie cargará con pecados ajenos. No he castigado a ningún pueblo sin antes haberle enviado un Mensajero[1].
[1] Acorde a la teología islámica, la persona que oye y comprende correctamente el mensaje del Islam, y conscientemente lo niega o rechaza, es considerado un incrédulo (kafir) y ha de morar eternamente en el fuego del Infierno, y no ha de tener excusa el Día de Resurrección. Pero aquellos que no alcancen a escuchar y comprender el mensaje del Islam por cualquier razón, como vivir en áreas remotas o porque tenían un impedimento físico o psicológico, o porque el mensaje del Islam los alcanzó cuando eran demasiado ancianos para comprender, no serán castigados en el Día de la Resurrección hasta que hayan sido probados. Se menciona en la Tradición Profética que el Mensajero de Dios r dijo: “Existen cuatro personas que serán excusadas en el Día de Resurrección: el sordo, el deficiente mental, el anciano, y quien no haya sido alcanzado por el mensaje. El sordo dirá: ‘¡Señor! El mensaje del Islam llegó, pero no pude oírlo’. El deficiente mental dirá: ‘¡Señor! El Islam llegó, pero los jóvenes se burlaban de mí’. El anciano dirá: ‘¡Señor! El Islam llegó, pero yo ya no podía comprender’. Aquel que no tuvo acceso al mensaje dirá: ‘¡Señor! Ningún Mensajero llegó hasta mí’. Entonces Dios les hará jurar obediencia, y luego les ordenará ingresar al fuego [esa será la prueba]. Y por aquel en cuyas manos se encuentra el alma de Mujámmad, cuando entren en él, éste será fresco y seguro para ellos”. Registrado por Ahmad en su libro Al-Musnad.
16. Cuando quiero destruir una ciudad permito que sus dirigentes siembren la corrupción, entonces la sentencia contra ella se cumple y la destruyo totalmente.
18. Quienes prefieran los placeres transitorios de la vida mundanal sepan que se los concederé a quien Yo quiera, pero les destinaré el Infierno, donde ingresarán humillados y condenados [por haberse olvidado de obrar para la otra vida].
21. Observa cómo he agraciado a unos sobre otros [con bienes materiales en este mundo], pero en la otra vida la distinción será mayor [entre los que creen y los que no creen].
23. Tu Señor ha ordenado que no adoren sino a Él y que honren a sus padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no sean insolentes con ellos, ni siquiera les digan: “¡Uf!” Háblenles siempre con bondad.
24. Trátenlos con humildad y compasión, y rueguen [por ellos diciendo]: “¡Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me criaron siendo niño”.
33. No maten, pues Dios lo ha prohibido, salvo con motivo justo. A quien se le dé muerte injustamente le concedo a su familiar directo o apoderado el derecho[1], pero que éste no mate buscando venganza[2]. Su derecho [a exigir justicia] está legalmente garantizado.
[1] Que exija y gestione justicia para castigar al culpable, para que sea ejecutado u ofrezca una indemnización según el caso. [2] No puede buscarse la justicia por mano propia, sino que debe recurrirse a las autoridades establecidas en cada sociedad.
34. No utilicen los bienes del huérfano a menos que sea para beneficiarlo, y entréguenselos cuando alcance la madurez. Cumplan con sus compromisos, porque se los interrogará por ellos.
37. No caminen por la Tierra con arrogancia, pues ella no se abrirá por su andar, ni tampoco podrán igualar a las montañas en altura [para ser tan imponentes como ellas].
39. Esto es parte de la sabiduría que tu Señor te ha revelado. No adoren a nadie junto a Dios porque serán arrojados en el Infierno, condenados y humillados.
44. Lo glorifican los siete cielos, la Tierra y todo cuanto hay en ellos. No existe nada que no Lo glorifique con alabanzas, aunque ustedes no puedan percibir sus glorificaciones. Él es Magnánimo, Perdonador.
46. [Como respuesta a su rechazo] hice sus corazones duros y sus oídos sordos para que no pudieran comprender [el Mensaje]. Cuando mencionas en el Corán que tu Señor es la única divinidad [con derecho a ser adorada], te dan la espalda disgustados.
47. Yo bien sé cómo se burlan cuando te escuchan [recitar el Corán] o cuando hablan en secreto; y dicen los idólatras: “Están siguiendo a un hombre hechizado”.
51. o cualquier otra materia que veneren en su pensamiento”. Dirán: “¿Quién nos resucitará?” Respóndeles: “Quien los creó por primera vez”. Pero negando con su cabeza te dirán: “¿Cuándo?” Diles: “Es posible que sea pronto”.
53. Exhorta a Mis siervos a hablar con respeto, porque el demonio quiere sembrar la discordia entre ellos. El demonio es el enemigo declarado del ser humano.
54. Su Señor conoce lo que hay en sus corazones. Si quiere tendrá misericordia con ustedes, o si quiere los castigará [con justicia]. Pero tú [¡Oh, Mujámmad!] no eres responsable de lo que ellos hagan.
57. [Aquellos] a los que ustedes invocan buscan el medio de acercarse más a su Señor, anhelan Su misericordia y temen Su castigo. ¡Porque el castigo de tu Señor es temible!
58. No hay ninguna ciudad [de incrédulos] que no vaya a destruir o castigar antes del Día de la Resurrección. Esto es lo que ha sido decretado y registrado en el Libro [preservado].
59. No les envié los milagros que pedían porque los desmentirían como lo hicieron los pueblos del pasado. Al pueblo de Zamud le envié la camella como un milagro evidente, pero cometieron la injusticia [de matarla]. Entonces les envié signos para atemorizarlos.
60. Cuando te dije [¡Oh, Mujámmad!]: “Tu Señor tiene poder total sobre las personas [y Él te protegerá]”. Lo que te mostré[1] y el árbol maldito mencionado en el Corán, no es sino para probar la fe de las personas. Los atemorizo [con Mis signos], pero esto les incrementó aún más su desobediencia.
61. [Recuerda] cuando dije a los ángeles: “Hagan una reverencia ante Adán”.
Todos hicieron la reverencia excepto Iblís, quien dijo: “¿Acaso voy a hacer una reverencia ante quien has creado de barro[1]?”
[1] El demonio fue el primer ser en discriminar a un ser humano por su origen. La mayor enseñanza que extraemos de aquí es que quien discrimina a una persona por su origen o por la forma en que fue creada por Dios, está siguiendo el ejemplo de su antecesor, el demonio.
62. Dijo también: “¿Por qué lo has honrado más que a mí[1]?” Si me das tiempo hasta el Día de la Resurrección desviaré a la mayoría de sus descendientes.
[1] Él había sido creado de fuego, y por eso se sentía superior.
64. Seduce con tus palabras a quien puedas de ellos, arremete con tu caballería y con tu infantería. Hazte su socio inseparable en sus bienes e hijos y hazles las promesas que quieras. Pero sepan que el demonio solo hace promesas falsas[1]”.
[1] Su poder sobre ellos no se basa en pruebas o argumentos, sino que simplemente los incita a cometer acciones según sus propios deseos y pasiones. Son ellos los que permiten a su verdadero enemigo, el demonio, convertirse en su aliado y amo. Cuando se entregan a él, le dan control sobre sus personas. Dios no le concedió al demonio poder sobre ningún ser humano, hasta que éste se entregue a sí mismo obedeciéndolo y asociándolo con Dios. Solo entonces Dios permite al demonio subyugar al ser humano dominándolo.
65. [Dijo Dios:] “Pero no tienes poder alguno sobre Mis siervos creyentes”. Es suficiente con tu Señor como protector [para quienes se encomiendan a Él].
67. Cuando los alcanza una desgracia en el mar se dan cuenta que cuanto invocaban fuera de Dios no puede salvarlos, y que solo Dios es Quien puede hacerlo. Pero cuando los salva llevándolos a tierra firme, Lo niegan nuevamente. ¡El ser humano es ingrato!
68. ¿Acaso se sienten a salvo de que Dios los haga tragar por la tierra o que les envíe un huracán? Si así lo hiciera, no encontrarían quién los pudiera proteger.
69. ¿O se sienten seguros de que cuando se encuentren en el mar otra vez, Él no les envíe una tormenta y los ahogue como castigo a su ingratitud? Si así lo hiciera, no tendrían quién Le reclamara por ustedes.
70. Le concedí al ser humano dignidad (agregar pie de página, es el principio del concepto de que todo ser humano tiene derechos por el simple hecho de ser un ser humano) y les he facilitado los medios para viajar por la tierra y por el mar, les he proveído de todo lo bueno y los he favorecido sobre muchas otras criaturas.
71. El día que convoque a todos los seres humanos junto a sus guías[1] y les entregue sus registros, a quien le sea entregado el libro de sus obras en la derecha, [se alegrará] leyendo su libro porque verá que no ha sido defraudado en lo más mínimo.
[1] Sus Profetas o los Libros Sagrados que solían seguir.
73. Los idólatras [¡Oh, Mujámmad!] querían persuadirte que cedieras a favor de sus peticiones, contrariando las instrucciones que te había revelado. Si lo hubieras hecho, te habrían convertido en su aliado.
75. Y si hubieras cedido en algo, te habría hecho sufrir un castigo[1] doble en esta vida y en la otra. No hubieras encontrado quién te protegiera de Mí.
[1] El hecho de que el Corán reprenda a Mujámmad y le advierta, es una prueba más de que Mujámmad no es el autor del Corán.
76. Casi logran intimidarte para que abandones tu tierra [La Meca], pero si lo hubiesen logrado no habrían permanecido en ella sino poco tiempo [porque habría enviado sobre ellos el castigo].
78. Observa las oraciones prescritas desde pasado el mediodía hasta la oscuridad de la noche, y también la oración del alba, y prolonga la recitación en ella, pues ésta es atestiguada [por los ángeles de la noche y el día].
80. Di: “¡Señor mío! Concédeme una entrada y una salida dignas [en todos los asuntos de mi vida][1], y concédeme los medios para logra el éxito”.
[1] En este versículo Dios le ordena al Profeta r que emigre de La Meca a Medina, por lo que “una salida digna” es la salida de La Meca, y “una entrada digna” es la entrada a Medina.
82. Revelé el Corán, que es cura para los corazones y misericordia para los creyentes, pero al mismo tiempo no hace sino aumentar la perdición de los idólatras.
85. Te preguntan acerca del espíritu. Diles: “El espíritu es una de las creaciones de Dios, de las que solo Él tiene conocimiento. No se les ha permitido acceder sino a una pequeña parte del inmenso conocimiento de Dios[1]”.
[1] Todo conocimiento descubierto será siempre pequeño comparado con la dimensión de los secretos y misterios del universo, todos abarcados por el conocimiento del Creador, el Eterno. Porque Su conocimiento es infinito, mientras que la comprensión humana es limitada.
93. o poseas una casa de oro o asciendas al cielo, y aun así no creeremos en ti a menos que nos traigas del cielo un libro que podamos leer[1]”. Diles: “¡Glorificado sea mi Señor! Pero, ¿no soy acaso solo un ser humano enviado como Mensajero?”
[1] En el que se mencione que tú eres un Profeta de Dios.
94. Lo que impidió que creyera la gente cuando se les presentaron los Mensajeros con la guía fue la misma retórica: [Decían] “¿No encontró Dios nada mejor que enviar a un ser humano como Mensajero?”
97. A quien Dios guíe estará bien encaminado, pero a quienes permita que se extravíen nadie los podrá socorrer salvo Él. Los congregaré de cabeza el Día de la Resurrección, ciegos, mudos y sordos. El Infierno será su morada; siempre que el fuego se atenúe avivaré su llama.
98. Ese será su castigo por no haber creído en Mis milagros y haber dicho: “¿Acaso cuando seamos huesos y polvo seremos resucitados y creados nuevamente?”
99. ¿Acaso no ven que Dios, Quien ha creado los cielos y la Tierra, tiene el poder de crearlos nuevamente? Les ha establecido un plazo determinado para su resurrección, pero los idólatras lo niegan con incredulidad.
101. Concedí a Moisés nueve milagros evidentes. Pregunta [¡Oh, Mujámmad!] al pueblo de Israel si no es verdad que cuando [Moisés] se presentó ante el Faraón, éste le dijo: “¡Oh, Moisés! Creo que estás afectado por un hechizo”.
102. Dijo [Moisés]: “Tú sabes bien que solo el Señor de los cielos y de la Tierra ha enviado estos milagros claros. ¡Oh, Faraón! Creo que estás perdido”.
104. Luego dije al pueblo de Israel: “Habiten la tierra y sepan que cuando llegue el Día del Juicio del que Dios les advirtió, los haré comparecer a todos”.
105. Lo he revelado [al Corán] con la verdad y lo he protegido para que así les llegue. No te he enviado [¡Oh, Mujámmad!] sino como albriciador y amonestador.
107. Diles: “Crean o no crean en él [es su responsabilidad]”. Quienes fueron agraciados con el conocimiento de las revelaciones anteriores, cuando escuchan la recitación del Corán se prosternan ante Dios.
110. Diles: “Ya sea que Lo invoquen diciendo: ¡Oh, Dios!, ¡Oh, Compasivo!, O cualquier otro nombre con el que Le invoquen, Él los oirá. Sepan que Él posee los nombres [y atributos] más sublimes. Cuando realicen una oración moderen su voz en la recitación, no la hagan con voz muy alta ni tampoco en silencio”.
111. Di: “¡Alabado sea Dios! Él no tiene ningún hijo ni tiene asociado alguno en Su soberanía ni necesita de ningún socorredor”. ¡Glorifica a Dios proclamando Su grandeza!
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