11. Creé [al ser humano] y le di forma [armoniosa]. Luego dije a los ángeles: “¡Hagan una reverencia ante Adán!” Todos se prosternaron excepto el demonio, que se negó a obedecer.
12. [Dios] le preguntó: “¿Qué te impidió prosternarte cuando te lo ordené?” Respondió: “Yo soy superior a él, pues a mí me creaste de fuego, mientras que a él lo creaste del barro”[1].
[1] El demonio fue el primer ser en discriminar a otro por su origen, aduciendo que su propio origen era superior. En consecuencia, se puede afirmar que cualquier persona que discrimine a otra por el origen con el cual Dios lo creó, como género, color de su piel, nacionalidad, etc., está en realidad siguiendo el ejemplo del demonio.
17. Los abordaré por delante, por detrás, por la derecha y por la izquierda[1]; encontrarás que la mayoría de ellos no serán agradecidos”.
[1] Al-Bagawi menciona en su exégesis que Ibn ‘Abbas interpretó este versículo de la siguiente manera: “Por delante, es decir, los haré dudar sobre la vida del más allá; por detrás, es decir, los tentaré con asuntos de este mundo; por la derecha, es decir, los haré dudar sobre su religión; y por la izquierda, es decir, les embelleceré los pecados”.
19. ¡Oh, Adán! Habita el Paraíso con tu esposa. Coman cuanto deseen de lo que hay en él, pero no se acerquen a este árbol, pues de hacerlo se contarían entre los injustos”.
20. Pero el demonio les susurró con el fin de que [desobedecieran a Dios y así] se les hiciera evidente lo que antes estaba oculto [de su desnudez] para ellos, diciéndoles: “Su Señor les prohibió acercarse a este árbol para que no se conviertan en ángeles o en seres inmortales[1]”.
[1] Dijo Ibn Al-Qaiim: “El demonio examinó a los padres de la humanidad (Adán y Eva) y encontró en ellos la inclinación a permanecer eternamente en el Paraíso. Supo inmediatamente que esa sería la única puerta para seducirlos”.
22. Los sedujo con engaños. Cuando ambos comieron del árbol se les hizo manifiesta su desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas del Jardín, entonces su Señor los llamó: “¿No les había prohibido comer de este árbol? ¿No les había advertido que el demonio era su enemigo declarado?”
23. Ellos dijeron [arrepentidos]: “¡Señor nuestro! Hemos sido injustos con nosotros mismos; si no nos perdonas y nos tienes misericordia, seremos de los perdidos”.
26. ¡Oh, hijos de Adán! Los he provisto con vestimentas para que cubran sus vergüenzas y para que se vistan con elegancia. Pero vestirse con la piedad es la mejor [vestimenta]. Eso es un signo de Dios para que puedan recapacitar.
27. ¡Oh, hijos de Adán! Que no los seduzca el demonio como lo hizo con sus padres [Adán y Eva] haciendo que salieran del Paraíso y fueran despojados de lo que los cubría. El demonio y sus secuaces los acechan desde donde no los ven. Hice que los demonios fueran aliados de los que se niegan a creer,
28. que cuando cometen una obscenidad se excusan diciendo: “Nuestros padres lo hacían y Dios así nos lo ordenó”. Diles: “Dios no ordena la inmoralidad. ¿Afirman sobre Dios algo que en realidad ignoran?”
29. Diles: “Mi Señor solo ordena la justicia, que se mantengan en adoración en las mezquitas, y que Lo invoquen solo a Él practicando sinceramente Su religión”. Así como los creó [por primera vez] los hará volver [a la vida].
30. Un grupo siguió la guía, pero otro grupo se confirmó en su extravío, porque tomaron a los demonios como aliados-protectores en vez de Dios, mientras creían estar en la guía [correcta].
31. ¡Oh, hijos de Adán! Vistan con elegancia cuando acudan a las mezquitas[1]. Coman y beban con mesura, porque Dios no ama a los derrochadores.
[1] En este versículo, Dios nos ordena vestir con elegancia. El término que se utiliza es general (zinatakum زينتكم), no indica una vestimenta en particular, ni túnica ni capa ni pantalón ni camisa. Este texto Coránico nos indica que la vestimenta que usemos debe ser considerada elegante y apropiada por la sociedad del lugar donde vivamos, por la identidad de esa sociedad. Ese concepto se llama, en la terminología islámica, “costumbre” (‘urf عرف).
32. Diles: “¿Quién les ha prohibido vestir con las prendas elegantes que Dios les ha concedido a Sus siervos y beneficiarse de todo lo bueno que Dios les ha proveído?” Diles: “Pero de todo eso, el Día de la Resurrección, se beneficiarán exclusivamente quienes hayan sido creyentes durante la vida mundanal”. Así es como aclaro Mis signos para un pueblo que comprende.
33. Diles: “Lo que realmente ha prohibido mi Señor son las obscenidades, tanto en público como en privado, la maldad, la opresión sin causa, que Le asocien en la adoración y que afirmen acerca de Él lo que ignoran”.
35. ¡Oh, hijos de Adán! Cuando se les presenten Mensajeros que les transmitan Mis signos, tengan temor [de Dios] y rectifiquen [sus obras], que no habrán de sentir temor ni tristeza [el Día del Juicio Final].
37. ¿Acaso hay alguien más injusto que quien inventa mentiras acerca de Dios o desmiente Sus signos? A ellos los alcanzará lo que estaba escrito [en la predestinación]. Cuando se les presenten Mis [ángeles] Enviados para tomar sus almas les dirán: “¿Dónde están aquellos [ídolos] que invocaban en vez de Dios?” Ellos responderán: “Nos han abandonado”, y atestiguarán contra sí mismos haber sido incrédulos.
38. Les dirá [Dios]: “Entren al Infierno junto a las comunidades de seres humanos y yinn que los precedieron”. Cada vez que entre una comunidad, maldecirá a su hermana[1]; y cuando todos hayan ingresado, dirán los últimos sobre los primeros[2]: “¡Señor nuestro! Ellos son quienes nos desviaron, duplícales el castigo del Fuego”. Pero dirá [Dios]: “A todos les será duplicado, aunque no lo sepan”.
[1] La generación anterior, de quien tomó sus creencias y valores. [2] Los términos “primera” y “última” aluden bien a una secuencia en el tiempo (“los primeros en entrar” y “los que llegaron después”) o bien a la categoría (“líderes” y “seguidores”). En ambos casos están relacionados, como indica la frase siguiente, con la influencia perversa que los primeros ejercieron sobre las vidas de estos últimos, o que los líderes políticos o ideológicos ejercieron sobre sus pueblos.
39. Los primeros dirán a los últimos: “Ustedes no son mejores que nosotros[1]”, [pero Dios dirá a ambos grupos]: “Sufran todos el castigo que merecen [por sus obras]”.
[1] Porque siguieron ciegamente ideologías y costumbres, sin preguntarse sobre su validez y lógica.
40. A quienes hayan desmentido Mis signos con soberbia no se les abrirán las puertas del cielo, ni entrarán en el Paraíso hasta que un camello[1] pase por el ojo de una aguja. Así castigo a los pecadores.
[1] En idioma árabe la palabra yamal جمل puede significar camello, como se ha traducido aquí, pero también puede significar una soga gruesa como las que se usan para los barcos, siendo que ambos significados aluden a la imposibilidad.
42. Pero quienes hayan creído y realizado obras de bien, y a nadie le exijo una carga mayor a la que puede soportar, serán la gente del Paraíso donde morarán por toda la eternidad.
43. Purificaré sus corazones del rencor que hubiera entre ellos. Vivirán donde corren ríos y dirán [en agradecimiento]: “¡Alabado sea Dios, Quien nos guió!, y no hubiéramos podido encaminarnos de no haber sido por Él. La promesa con la que vinieron los Mensajeros de nuestro Señor era verdad”. Se les dirá: “Éste es el Paraíso que han heredado [en recompensa] por lo que solían obrar”.
44. La gente del Paraíso dirá a la gente del Fuego: “Hemos encontrado lo que nuestro Señor nos había prometido. ¿Acaso no están ustedes padeciendo el castigo que su Señor les había advertido?” Responderán: “¡Sí!” Entonces se oirá a un pregonero decir: “¡Qué la maldición de Dios pese sobre los opresores!”,
46. Entre ambos [grupos] habrá una separación, y en los lugares elevados habrá personas[1] que serán reconocidas por su aspecto [por la gente del Paraíso y la gente del Infierno], y llamarán a la gente del Paraíso saludándolos: “¡La paz sea con ustedes!” Ellos no han ingresado en él, pero están ansiosos por hacerlo.
[1] Ibn Kazir interpreta que se trata de los creyentes cuyas buenas obras y malas obras se igualan, y por eso no han ingresado al Paraíso, sino que se encuentran en un lugar elevado entre el Paraíso y el Infierno.
48. La gente de los lugares elevados llamará a unas personas [habitantes del Fuego] que serán reconocidas por su aspecto, diciéndoles: “De nada les valieron sus riquezas ni su soberbia.
49. Observen a quienes ustedes juraban que la misericordia de Dios no los alcanzaría, y [contrario a lo que creían] se les dijo: ‘Ingresen al Paraíso, donde no tendrán nada que temer ni sentirán tristezas’”.
50. La gente del Fuego implorará a la gente del Paraíso: “Dennos un poco de agua o algo [para comer] de lo que Dios les ha proveído”. Responderán: “Dios ha vedado esas cosas a los que se negaron a creer”.
51. Aquellos que tomaron su religión como juego y diversión, y les sedujo la vida mundanal, hoy[1] los olvidaré así como ellos olvidaron que se encontrarían con este día, y por haber negado Mis signos.
53. ¿Acaso esperan que suceda lo que se les ha advertido [en el Libro]? El día que llegue [la advertencia] dirán quienes lo ignoraron: “Reconocemos que los Mensajeros de nuestro Señor se presentaron con la Verdad.
¿Acaso habrá quién pueda interceder por nosotros [para salvarnos del castigo] o nos conceda otra oportunidad para volver a la vida mundanal y así poder obrar distinto a lo que hicimos antes?” Se perdieron a sí mismos y no podrán encontrar [a las divinidades] que inventaron.
54. Su Señor es Dios, Quien creó los cielos y la Tierra en seis eras[1], y luego se estableció sobre el Trono. Hace que la noche y el día se sucedan. Creó el Sol, la Luna y las estrellas sometiéndolas a Su voluntad. ¿Acaso no Le pertenece la creación y Él es Quien dictamina las órdenes según Él quiere? ¡Bendito sea Dios, Señor del universo!
[1] La palara árabe iaum يوم implica eras o espacios de tiempo. El detalle de ese proceso de creación es mencionado en Corán 41:9-12.
56. No siembren corrupción en la Tierra después de que se haya establecido en ella el orden, e invóquenlo con temor y esperanza. La misericordia de Dios está cerca de los que hacen el bien.
57. Él es Quien envía los vientos que albrician la llegada de Su misericordia[1]. Cuando éstos reúnen a las nubes, las conduzco hacia una tierra azotada por la sequía donde hago descender la lluvia con la que hago brotar toda clase de frutos. De la misma manera haré resucitar a los muertos; ¡reflexionen!
58. En una buena tierra crece vegetación abundante por voluntad de su Señor, mientras que en un territorio desértico no brota sino poco. Así explico los signos a la gente agradecida[1].
[1] Dijo el Profeta r: “La guía y la sabiduría que Dios envió conmigo es como una lluvia abundante que cae a la tierra. Parte de esta tierra es fértil, absorbe el agua y produce vegetación y pastos en abundancia. Otra parte es dura y conserva el agua, conteniéndola para beneficio de la gente, que la usa para beber, para sus animales y para riego de los cultivos. Otra porción de la tierra alcanzada era tan estéril que no contuvo el agua ni produjo vegetación. (El primero) es el caso de la persona que comprende la religión de Dios y se beneficia de lo que Dios reveló a través de mí, lo aprende y lo enseña. Y la persona que no se interesa ni acepta la Guía de Dios que reveló a través de mí (es como la tierra estéril)”. Registrado por Al-Bujari
59. Envié a Noé a su pueblo[1]. Les dijo: “¡Oh, pueblo mío! Adoren solamente a Dios, pues no existe otra divinidad salvo Él. Temo que los azote un castigo terrible [si continúan en la idolatría].
[1] La gente de Noé vivió en el sur de Irak, no muy lejos de donde se sitúa la ciudad de Kufa en la actualidad.
63. ¿Se asombran de que les llegue el Mensaje de su Señor por intermedio de un hombre igual a ustedes, que les advierte para que tengan temor de Dios y quizás así alcancen la misericordia?
64. Pero lo desmintieron. Entonces lo salvé junto a quienes estaban con él en el arca, y ahogué a quienes habían desmentido Mis signos. Ellos fueron gente ciega.
65. Al pueblo ‘Ad le envié a su hermano Hud [como Profeta]. Les dijo: “¡Oh, pueblo mío! Adoren a Dios, pues no existe otra divinidad salvo Él. ¿Acaso no van a tener temor [de Dios]?”
69. ¿Se asombran de que les haya llegado un Mensaje de su Señor a través de un hombre de los suyos para advertirles? Recuerden cuando Dios hizo que sucedieran al pueblo [destruido] de Noé, y les concedió mayor fortaleza física. Recuerden las gracias de Dios para que así tengan éxito.
70. Dijeron: “¿Acaso has venido para que adoremos a Dios solamente y abandonemos lo que adoraban nuestros padres? Haz que se cumpla el castigo con que nos amenazas si es que dices la verdad”.
71. Dijo: “Los azotará un castigo terrible [por lo que dicen] y habrán caído en la ira de su Señor. ¿Me van a discutir por [ídolos de piedra] a los que han denominado divinidades ustedes y sus padres? Dios no les dio autoridad alguna [para ello], aguarden [el castigo], que yo aguardaré [el socorro de Dios]”.
73. A Zamud[1] le envié a su hermano [el Profeta] Sálih. Les dijo: “¡Oh, pueblo mío! Adoren a Dios, pues no existe otra divinidad salvo Él. Ésta es la camella de Dios, es un milagro enviado por su Señor, déjenla comer en la tierra de Dios y no le causen ningún daño, porque si lo hacen los azotará un castigo doloroso.
[1] Las moradas de la gente de Zamud se encuentran entre Al-Hiyaz y Siria, en la parte sureste de Madián, que está situada al este del Golfo de Al-´Aqabah.
74. Recuerden que [Dios] los hizo sucesores después de ‘Ad, y los estableció en su tierra. Ustedes construían palacios en sus llanuras y esculpían casas en las montañas. Recuerden las gracias de Dios, y no siembren maldad en la tierra como los corruptos”.
75. Dijeron los nobles soberbios de su pueblo a los más débiles que habían creído: “¿Acaso piensan que Sálih es un Mensajero de su Señor?” Les respondieron: “Creemos en el Mensaje que nos transmite”.
77. Y mataron a la camella, desobedeciendo la orden de su Señor, y dijeron: “¡Oh, Sálih! Haz que se desencadene el castigo con el que nos adviertes, si realmente eres uno de los Mensajeros [de Dios]”.
79. [Sálih] se apartó de ellos diciendo: “¡Oh, pueblo mío! Les transmití el Mensaje de mi Señor y les aconsejé para su bien, pero ustedes no aprecian a quienes los aconsejan”.
82. Pero la respuesta de su pueblo no fue otra que: “Expúlsenlos de la ciudad, pues son gente que mantiene su pureza [negándose a actuar como nosotros]”.
85. A Madián le envié [como Profeta] a su hermano Jetró, quien les dijo: “¡Oh, pueblo mío! Adoren a Dios, pues no existe otra divinidad salvo Él. Les ha llegado un milagro de su Señor [que corrobora mi profecía]. Midan y pesen con equidad, no se apropien de los bienes del prójimo, y no siembren mal en la Tierra, corrompiéndola luego de haberse establecido la justicia. Esto es mejor para ustedes, si es que son creyentes.
86. No embosquen en los caminos a los creyentes para intimidarlos y apartarlos del sendero de Dios con el fin de desviarlos. Recuerden que ustedes eran pocos y Él los multiplicó. Observen cuál fue el destino de los que sembraron la corrupción”.
87. [Jetró dijo:] “Entre ustedes hay quienes creen en el Mensaje con el que fui enviado y quienes no, tengan paciencia hasta que Dios juzgue entre ustedes; y sepan que Él es el mejor de los jueces”.
88. Dijeron los nobles de su pueblo con soberbia: “Te expulsaremos de nuestra ciudad, a ti, ¡Oh, Jetró!, y también a los creyentes, a menos que vuelvan a nuestra religión”. [Jetró] replicó: “¿Aunque sea en contra de nuestra voluntad?
89. Estaríamos mintiendo acerca de Dios si volviéramos a su religión después de que Dios nos ha salvado de ella, y no volveremos a ella salvo que fuera la voluntad de Dios, nuestro Señor. Su conocimiento lo abarca todo y a Dios nos encomendamos. ¡Señor nuestro! Juzga entre nosotros y nuestro pueblo, Tú eres el mejor de los jueces”.
92. [Las casas de] quienes desmintieron a Jetró quedaron como si jamás hubieran sido habitadas. Quienes desmintieron a Jetró fueron [realmente] los perdedores.
93. [Jetró] se alejó de ellos y dijo: “¡Oh, pueblo mío! Les transmití el Mensaje de mi Señor y los aconsejé para su bien. ¿Por qué iba a sentir pena por un pueblo que persistió en la incredulidad?”
95. Luego les cambié sus dificultades por bienestar. Pero cuando prosperaron, dijeron: “Era común que nuestros padres atravesaran épocas de adversidad y prosperidad”; entonces los castigué sorpresivamente, sin que se dieran cuenta.
96. Pero si la gente de esas ciudades[1] hubiera creído y tenido temor [de Dios], les habría abierto las bendiciones del cielo y de la Tierra. Pero desmintieron [a Mis Profetas] y los castigué por lo que habían cometido.
99. ¿Acaso se sentían a salvo del plan de Dios? Solo se sienten a salvo del plan de Dios los que están perdidos[1].
[1] El versículo muestra que sentirse seguro contra el designio de Dios y perder la esperanza en la ayuda y el socorro de Dios, representan pecados muy graves que anulan la perfección del monoteísmo. Este concepto indica también que el siervo debe dirigirse a Dios entre la esperanza y el temor. Dios nos indica a través de este versículo que los habitantes de aquel pueblo desmintieron a los Profetas, impulsados por la sensación de sentirse seguros contra los designios de Dios y por la inexistencia del temor reverencial. Dijo Al-Hasan Al-Basri: “A quien Dios atesta de opulencia, y no percibe que ello es una prueba, es una persona sin discernimiento”. Dijo el Profeta r: “Si ven que el siervo continúa recibiendo gracias y bondades a pesar de sus continuas desobediencias, no lo duden, está siendo llevado gradualmente a la ruina”. [Ibn Yarir 7/115]
100. ¿Es que no se les ha evidenciado a quienes les sucedieron, que si quisiera los castigaría por sus pecados, sellando sus corazones para que no escucharan[1]?
101. [¡Oh, Mujámmad!] Te he relatado acerca de la gente de aquellas ciudades a las que se les presentaron sus Profetas con milagros y no les creyeron, al igual que no creían antes. Así es como Dios sella los corazones de los que rechazan la verdad.
103. Envié, después de ellos, a Moisés con Mis milagros al Faraón y su nobleza, pero los negaron injustamente. Observa cuál fue el final de los corruptos.
116. Dijo: “¡Arrojen ustedes!” Cuando los hechiceros arrojaron [sus varas], hechizaron los ojos de la gente y los aterrorizaron. Su hechizo era poderoso.
123. Dijo el Faraón: “¿Acaso van a creer en él sin que yo se los haya autorizado? Esto se trata de una conspiración para expulsar [de Egipto] a sus habitantes, pero ya verán.
126. Solo te vengas de nosotros porque hemos creído cuando llegaron los milagros de nuestro Señor. ¡Señor nuestro! Danos paciencia y haznos morir musulmanes, sometidos a Ti”.
127. Pero la nobleza del pueblo del Faraón dijo: “¿Dejarás a Moisés y a su pueblo sembrar la corrupción en la Tierra, que te abandonen a ti y a tus dioses?” Dijo [el Faraón]: “Mataremos a sus hijos varones y dejaremos con vida a las mujeres, así los subyugaremos”.
128. Moisés dijo a su pueblo: “Busquen la ayuda de Dios y sean pacientes [ante esta prueba]. La Tierra es de Dios, y la dará en herencia a quien quiera de Sus siervos. El buen fin es para los que tienen temor [de Dios]”.
129. Dijeron [sus seguidores]: “Hemos sufrido antes de ti y también ahora que tú has venido”. Dijo [Moisés]: “Quiera Dios aniquilar a sus enemigos y hacer que ustedes los sucedan en la Tierra, que Él observará cómo obran ustedes”.
131. Pero cuando les llegó nuevamente una época de prosperidad dijeron: “Esto es lo que merecemos”. Cuando les acontecía un mal le echaban la culpa a Moisés y a sus seguidores [por considerarlos de mal agüero][1]; pero cuanto les ocurría era porque Dios así lo decretaba, aunque la mayoría de ellos lo ignoraba.
[1] El agüero es una práctica de adivinación basada principalmente en la interpretación de señales como el canto o el vuelo de las aves, fenómenos meteorológicos, etc. Esta propensión es causada por temor o ignorancia, atribuyendo un carácter sobrenatural u oculto a determinados acontecimientos. Por eso Dios advirtió que tales sucesos no tienen relación con el destino y la suerte de la persona, sino que es Él quien decide y destina todas las cosas. La creencia en los agüeros anula la perfección del monoteísmo.
133. Envié entonces contra ellos [las plagas de] la inundación, las langostas, los piojos, las ranas y la sangre, como signos claros, pero se llenaron de soberbia y actuaron como criminales.
134. Cuando les llegó el castigo, dijeron: “¡Oh, Moisés! Ruega por nosotros a tu Señor, puesto que ha realizado un pacto contigo. Si logras apartar este castigo creeremos en ti y dejaremos ir contigo a los Hijos de Israel”.
136. Entonces los castigué con justicia e hice que se ahogaran en el mar, porque habían desmentido Mis signos y habían sido indiferentes [ante los milagros].
137. Le di a los Hijos de Israel, luego de que fueran humillados, las tierras que bendije al este y al oeste [de Egipto], y se cumplió así la promesa de tu Señor con los Hijos de Israel porque fueron pacientes, pero destruí cuanto habían construido el Faraón y su pueblo.
138. Hice que los Hijos de Israel cruzaran el mar, pero cuando llegaron a un pueblo que se prosternaba ante los ídolos dijeron: “¡Oh, Moisés! Queremos que nos hagas un ídolo similar a los que tienen ellos”. Dijo [Moisés]: “Ustedes son gente ignorante.
141. Recuerden cuando los salvó del Faraón y su ejército, que los castigaba con el peor de los castigos, matando a sus hijos varones y dejando con vida a las mujeres; esa fue una prueba dura de su Señor”.
142. Cité a Moisés durante treinta noches que completé con diez noches más. El encuentro con su Señor duró cuarenta noches. [Antes de partir hacia la cita,] Moisés dijo a su hermano Aarón: “Ocupa mi lugar ante mi pueblo y ordena el bien, y no sigas el sendero de los corruptos”.
143. Cuando Moisés acudió al encuentro y su Señor le habló, [Moisés] le pidió: “Muéstrate para que pueda verte”. Dijo [Dios]: “No podrías verme. Pero observa la montaña, si permanece firme en su lugar [después de mostrarme a ella], entonces tú también podrás verme”. Y cuando su Señor se mostró a la montaña, ésta se convirtió en polvo y Moisés cayó inconsciente. Cuando volvió en sí exclamó: “¡Glorificado seas! Me arrepiento y soy el primero en creer en Ti”.
144. Dijo [Dios]: “¡Oh, Moisés! Te he distinguido entre las personas con la profecía y por haberte hablado directamente. Aférrate a lo que te he revelado y sé de los agradecidos”.
145. Escribí para él en las tablas instrucción y explicación de todas las cosas. “Aférrate a ellas y ordena a tu pueblo que siga todo lo bueno que hay en ellas[1]. Les mostraré [cómo quedaron] las casas de los desviados”.
146. Alejaré de Mis signos a quienes actúen con soberbia en la Tierra sin razón. Aunque vean todos los milagros no creerán. Si ven el sendero de la guía no lo seguirán y, por el contrario, cuando vean el sendero del desvío se extraviarán. Esto es por haber desmentido Mis signos y haber sido negligentes.
147. Quienes desmientan Mis signos y no crean en el Día del Juicio sus obras habrán sido en vano. ¿Acaso no se les castigará sino por lo que ellos mismos hicieron?
148. Cuando [Moisés] partió [hacia el encuentro con su Señor] su pueblo hizo, con las joyas que tenían, un becerro [de oro] que emitía un mugido. ¿Acaso no veían que éste [ídolo] no les podía hablar ni guiarlos? Aun así lo adoraron, cometiendo una injusticia.
149. Pero cuando se arrepintieron y vieron que se habían desviado, exclamaron: “Si nuestro Señor no tiene misericordia de nosotros y nos perdona, seremos de los perdedores”.
150. Cuando Moisés volvió a su pueblo, [se sintió] enojado y afligido, y dijo: “¡Qué mal está lo que hicieron durante mi ausencia! ¿Acaso pretenden que se les precipite el castigo de su Señor?” Y arrojó las tablas, tomando a su hermano por la cabeza y acercándolo a él. Entonces [su hermano Aarón] le dijo: “¡Oh, hermano mío! Nuestro pueblo me menospreció y por poco me matan. No permitas que los enemigos se regocijen con esta situación y no me consideres de los que cometen injusticias”.
152. La ira de Dios azotará a aquellos que adoraron el becerro, y serán humillados en esta vida mundanal. Así es como castigo a quienes inventan mentiras.
155. Moisés eligió entre su pueblo a setenta hombres para una cita conmigo, y cuando les azotó un violento temblor, [Moisés] exclamó: “¡Señor mío! Si hubieras querido los habrías aniquilado antes y a mí también. ¿Acaso nos aniquilarás por lo que han cometido los necios que hay entre nosotros? [El becerro] no es sino una prueba con la que extravías y guías a quien quieres. Tú eres nuestro protector, perdónanos y ten misericordia de nosotros. Tú eres el más Indulgente.
156. Concédenos bienestar en esta vida y en la otra; nos hemos vuelto a Ti arrepentidos”. Dijo [Dios]: “Azoto con Mi castigo a quien quiero, pero sepan que Mi misericordia lo abarca todo, y se la concederé a los piadosos que pagan el zakat y creen en Mis signos,
157. aquellos que sigan al Mensajero y Profeta iletrado [Mujámmad], quien se encuentra descrito en la Torá[1] y el Evangelio[2]; [el Profeta] que les ordena el bien y les prohíbe el mal, les permite todo lo beneficioso y solo les prohíbe lo perjudicial, y les abroga los preceptos difíciles que pesaban sobre ellos [la Gente del Libro]. Y quienes crean en él, lo secunden, defiendan y sigan la luz que le ha sido revelada[3], serán los bienaventurados”.
[1] La Biblia, Deuteronomio 18:15. [2] La Biblia, Juan 14:16. [3] El Sagrado Corán.
158. Di [¡Oh, Mujámmad!]: “¡Oh, gente! Soy el Mensajero de Dios para todos ustedes. A Él pertenece el reino de los cielos y de la Tierra, nada ni nadie merece ser adorado salvo Él, da la vida y la muerte”. Crean en Dios y en Su Mensajero y Profeta iletrado que cree en Dios y en Sus palabras[1], síganlo, pues así estarán bien guiados.
160. Los dividí en doce tribus, como naciones; y le inspiré a Moisés cuando su pueblo le solicitó [agua para] beber [diciéndole]: “Golpea la roca con tu vara”, y brotaron de ella doce manantiales y cada tribu supo cuál era su abrevadero, y los protegí con la sombra de una nube e hice descender para ellos el maná y las codornices [y les dije]: “Coman de lo bueno con que los he agraciado”. Pero no fue contra Mí que cometieron una injusticia, sino que la cometieron contra ellos mismos.
161. Y se les dijo: “Habiten esta ciudad[1] y coman cuanto quieran de lo que hay en ella, y digan: “¡Perdónanos!”, pero entren sumisos por la puerta prosternados, que perdonaré sus pecados, y a los que hagan el bien les concederé aún más.
162. Pero los injustos de ellos cambiaron la palabra que se les ordenó decir por otra diferente, y entonces envié sobre ellos un castigo del cielo por haber obrado injustamente.
163. Y pregúntales [¡Oh, Mujámmad!] por [los habitantes de] la ciudad que estaba a orillas del mar que transgredían el sábado, cuando los peces aparecían el sábado y los demás días no; así es como les puse una prueba por haber sido soberbios.
164. Un grupo de gente justa de entre ellos preguntaron [a quienes exhortaban al bien]: “¿Por qué exhortan a un pueblo al que Dios aniquilará o castigará duramente?” Respondieron: “Para que nuestro Señor no nos castigue por no haber ordenado el bien, y para que quizás tengan temor [de Dios][1]”.
165. Pero cuando olvidaron lo que se les había prohibido, salvé a quienes se oponían al mal y azoté a los que cometían injusticias con un castigo terrible a causa de su perversión.
167. Tu Señor anunció que les enviaría a quienes les infligieran un castigo severo hasta el Día de la Resurrección. Tu Señor es rápido en aplicar el castigo, pero también es Absolvedor, Misericordioso.
168. Por eso los dividí en comunidades y los dispersé por la Tierra. Entre ellos hay justos y otros que no lo son. Los probaré con tiempos de prosperidad y otros de adversidad para que recapaciten.
169. [A ellos] les sucedió una generación que heredó el Libro [la Torá], pero a pesar de eso prefirieron los bienes materiales de este mundo. [Cada vez que cometían un pecado] decían: “[Dios] nos perdonará”. Pero cuando se les presentaba una nueva posibilidad volvían a pecar. ¿Acaso no se comprometieron a cumplir con la Torá y no decir acerca de Dios sino la verdad? Aun habiendo estudiado la Torá [desobedecieron], pero para los piadosos la otra vida es preferible. ¿Es que no reflexionan?
171. Recuerda cuando elevé la montaña por encima de ellos como si fuese una nube oscura y creyeron que se desplomaría, y [les dije:] “aférrense a lo que les he concedido [la Torá] y obren según sus preceptos, que así serán piadosos”.
172. Cuando tu Señor sacó de las espaldas de los hijos de Adán a su descendencia y los hizo dar testimonio [preguntándoles]: “¿Acaso no Soy Yo su Señor?” Respondieron: “Sí, atestiguamos que así es”. Esto es para que el Día de la Resurrección no digan: “No sabíamos nada de esto”.
173. O digan: “Nuestros padres eran idólatras, y nosotros solo somos sus descendientes siguiendo lo que ellos hacían. ¿Acaso vas a castigarnos por lo que hicieron los que falsearon [la verdad del monoteísmo]?”
175. Y relátales la historia de aquel[1] a quien habiéndole concedido el conocimiento de Mis preceptos, los descuidó, el demonio lo sedujo y fue de los extraviados.
[1] Los exégetas mencionan que se trata de una persona del pueblo de Israel, llamado Balaam. Ver Números 22, 23, 24 y 31:8-16, y Deuteronomio 23:4-5.
176. Y si hubiera querido habría elevado su rango [en esta vida y en la otra, preservándolo], pero se inclinó por los placeres de este mundo y siguió sus pasiones. Se comportó como el perro que si lo llamas jadea, y si lo dejas también jadea. Éste es el ejemplo de quienes desmienten Mis signos. Nárrales estas historias a ver si reflexionan.
179. He creado muchos yinn y seres humanos que irán al Infierno [a causa de sus obras]. Tienen corazones pero no pueden comprender, ojos pero no pueden ver y oídos pero no pueden oír. Son como los ganados que no razonan, o peor aún. Ellos son los que se comportan con indiferencia [ante Mis signos].
180. A Dios pertenecen los nombres más sublimes[1], invócalo a través de ellos, y apártate de quienes los niegan. Serán castigados por lo que hicieron.
[1] Conocer y adorar a Dios a través de sus nombres y atributos es uno de los medios que poseemos para llegar al conocimiento de Dios, estudiando sus significados y aplicándolos a nuestra vida. El Profeta Mujámmad r dijo: “Dios tiene noventa y nueve nombres, cien menos uno; quien los enumere entrará al Paraíso”. Registrado por Al-Bujari y Muslim. El significado de enumerar los nombres de Dios es: 1) Conocer su cantidad y nombres. 2) Conocer sus significados, implicancia y creer en ellos. 3) Invocarlo a través de ellos, y esto es de dos formas: a) La súplica de elogio y alabanza, y b) la súplica de pedido ante la necesidad.
185. ¿Acaso no reflexionaron en el reino de los cielos y de la Tierra y lo que Dios creó en él, ni tampoco en que el final de sus vidas pudiere estar próximo? Si no creen en este Mensaje, ¿en qué otro iban a creer?
187. Te preguntan cuándo llegará la Hora [del Día de la Resurrección]. Diles: “Solo mi Señor lo sabe, y nadie salvo Él hará que comience en el momento decretado[1]. Los cielos y la Tierra temen su llegada. Cuando llegue los sorprenderá”. Te preguntan como si supieras [cuándo ocurrirá]. Diles: “Su conocimiento solo Le pertenece a Dios, pero la mayoría de la gente no lo sabe”.
[1] Mujámmad r fue preguntado acerca de la Hora y respondió: “El que está siendo preguntado no sabe acerca de ella más de lo que sabe el que pregunta”. El que estaba preguntando era el ángel Gabriel, que se presentó ante él en forma humana. Si el más noble de los ángeles y el más noble ser humano, Mujámmad, no sabían cuándo iba a llegar el final del mundo, entonces está claro que ninguna persona ni criatura sabe cuándo ocurrirá. Este punto nos brinda una prueba importante acerca de la falsedad de la creencia en la divinidad de Jesús, porque él mismo afirmó no conocer cuándo llegará la Hora y que solo Dios conoce su tiempo: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32). Ver también en La Biblia, Mateo 24:36.
188. Diles [¡Oh, Mujámmad!]: “No poseo ningún poder para beneficiarme ni perjudicarme a mí mismo, salvo lo que Dios quiera. Si tuviera conocimiento de lo oculto tendría abundantes bienes materiales y no me alcanzaría nunca un mal. Yo solo soy un amonestador y albriciador para la gente que cree”.
189. Él es Quien los creó a partir de un solo ser[1], del cual hizo surgir a su cónyuge[2] para que encontrara en ella sosiego. Y cuando se unió a ella, quedó embarazada y llevó en su vientre una carga liviana con la que podía andar, pero cuando ésta se hizo pesada, ambos invocaron a Dios, su Señor [diciendo]: “Si nos agracias con un hijo sano y virtuoso seremos agradecidos”.
[1] Adán, el primer hombre creado. [2] Eva, la primera mujer creada.
190. Y se les agració con lo que suplicaron, pero [sus descendientes] dedicaron actos de adoración a otros además de Dios; y Dios está por encima de lo que Le asocian.
192. No pueden auxiliarlos, ni tampoco auxiliarse a sí mismos[1].
[1] Este argumento es un reproche de Dios a los idólatras por adorar junto a Él aquello que no puede crear, sino que ha sido creado. Lo creado no puede jamás asemejarse al Creador, ya que los objetos y los seres creados no pueden ofrecer ayuda a sus adoradores, pues ni siquiera pudieron crearse a sí mismos.
195. ¿Tienen acaso piernas con las que caminan? ¿O manos con las que toman? ¿U ojos con los que ven? ¿U oídos con los que oyen? Di: “Invoquen a los que asocian y luego tramen contra mí sin más demora”.
203. Cuando no se le revela [al Profeta Mujámmad] un nuevo versículo, le dicen [en tono burlón]: “¿Por qué no has inventado uno?” Diles: “Solo sigo lo que mi Señor me revela. Éste [Corán] es un milagro de su Señor, guía y misericordia para la gente que cree en él”.
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